Inicio contando que desde 2009 dejé de consumir carne de todo tipo, y me hice ovolactovegetariana. Desde abril de 2013 hasta diciembre de 2014 fui vegana, y desde enero volví a ser ovolactovegetariana. En cada caso, fue una elección personal, motivada por mis convicciones del momento y/o necesidades emocionales podría decir. Adicionamente comento que estudié veterinaria, aunque no me recibí (dejé al terminar 3er año), leí, escuché y ví cosas de las que sentí dolor y vergüenza ajena. Muchas pueden justificarse desde la investigación, el avance de la medicina, la salud, etc., claro. Siempre habrá justificaciones. Pero eso no las hace menos terribles, cuando uno las vé desde la perspectiva del sujeto víctima del hecho (experimentación, muerte, etc.). Esa dolorosa empatía que algunos tenemos, que va más allá de los congéneres humanos, y que nos da tanta impotencia muchas veces.
En cuanto a la filosofía vegana como tal, he llegado a la conclusión, de que como en tantas otras cosas, lamentablemente está tergiversada por distintas corrientes, algunas activistas, otras espiritualitas, otras comerciales y naturistas, simple moda, otras casi guerrilleras, y muy pocas, PERO MUY POCAS realmente pacifistas, respetuosas e inclusivas, no solo para las especies no humanas que se defiende sino para aquellos humanos que NO son veganos, por el motivo que sea. Ante esto , como todos saben, se generan discusiones estériles en muchos casos, cerradas a conceptos inamovibles y opiniones lapidarias, como si todos fuesen jueces supremos y amos de la verdad toda. ¡Imposible otra perspectiva para ellos! ¿Cómo no van a generar rechazo? ¡Es lógico! Peleas entre veganos, peleas entre veganos y ovolactovegetarianos, peleas entre veganos y omnívoros, y así. Es realmente un hastío.
Yo considero que la realidad en la que hoy vivimos, a nivel mundial (desconozco la terminología adecuada para referirme, ya que de lo sociopolitico no sé nada, podría decir), hace que sea INVIABLE en la práctica ser veganos a escala mundial, ni siquiera a escala país, ni siquiera a escala ciudad. Y aquí podríamos empezar a mencionar decenas y decenas de motivos por los que no. Por mencionar uno, imaginemos esto: tendría que haber una revolución tal a nivel industrial, en la cual una y cada una de las industrias asociadas a la explotación animal en forma directa e indirecta DESAPARECIERAN y fuesen reemplazadas por otras en su lugar, vinculadas al veganismo. Me parece una completa utopía, por no decir impracticable. Y no porque no sea realmente posible llevarlo a cabo, sino por una sencilla razón: miles y miles y millones de personas simplemente NO QUIEREN ni QUERRÁN hacerlo. Porque no les interesa, porque aman lo que comen y usan y no lo van a relegar por nada, o porque es su medio de vida, o porque es la fuente económica primordial del país en cuestión. Y saben qué? Nos parezca bien o mal, cada uno tiene derecho a vivir su vida como le plazca, si las normas vigentes así lo avalan (de hecho, incluso lo hacen cuando no lo avalan, así que…).
De todos modos, esto no quita que unos pocos, una minoría hoy por hoy, lleve a la práctica la filosofía vegana, por sus propios motivos morales de respeto a seres que no son capaces de defenderse por sí mismos, que sienten dolor o placer como nosotros, y que de poder responder si quieren vivir o morir, seguramente dirían que no quieren morir.
Muchos humanos tienen la capacidad de decidir no consumir productos vinculados con animales (en el completo sentido de la palabra, desde la razón, la voluntad, las posibilidades sociales y económicas) y ELIJEN no hacerlo. Y recalco, ELIJEN. Así como yo elegí a fin de año que quería volver a comer helado, y dejé de ser vegana. En cierto modo me avergüenza haber ido en contra de algunos ideales que aún tengo, pero también es real que no puedo vivir una vida de autoflagelo. Una cosa es cuando uno está cómodo con su elección, y otra cuando se está sufriendo. Por eso, en cada elección que hacemos, no hay un solo motivo, sino muchos. Una circunstancia de fondo. Y esto es lo que creo tenemos que ser capaces de entender, de aceptar y por lo tanto de aplicar cuando uno se encuentra con otra persona que tiene opiniones y creencias distintas a la de uno. No hay una sola verdad. Siempre hay justificaciones de toda índole, más razonables si podríamos decirle de algún modo, y más supérfluas, pero que en definitiva no cambian el hecho final: las acciones. Cada cuál sabrá si está de acuerdo o no con ellas, y si quiere cambiar algo. Nadie puede obligar a nadie a nada.
Para cerrar, opino que la filosofía vegana, si en verdad busca el respeto y la integración, la igualdad y evitar el sufrimiento, debe hacerlo en forma global, no sólo pensando (por dar un ejemplo básico) en el bienestar de la vaca y el ternero que son víctimas en la industria láctea, sino también en todos los humanos que se ganan la vida en dicha industria. Es fácil acusar, levantar el dedo y señalar a un carnicero y decir "vos sos un asesino", pregonar por los derechos de las vacas, y en ningún momento pensar en qué fuente de trabajo darle a ese hombre para que deje de ser carnicero, y a todas las personas involucradas en la cadena productiva de industria de la carne.
Si tengo que aventurarme a pensar en el futuro, imagino que si alguna vez la humanidad vira a un vegetarianismo de forma global, no va a ser por decisión, ni por un cambio de conciencia asociado a los fundamentos éticos del veganismo, sino por necesidad, por no tener otra salida en algún escenario de pandemia o catástrofe natural del cual no quiero andar inventando detalles. Estimo que logré explicar la idea.Estadísticas: Publicado por amanecer25 — 30 Mar 2015, 23:20
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