Me gustaría recomendar especialmente Los cantos de Maldoror de el conde de Lautréamont. Aunque los criticos la consideran una obra inclasificable, yo me aventuro a proponer que es Baudelaire en prosa, con cierto parecido al Zaratustra de Nietszche. En esta obra se encierra toda la mentalidad deshumanizadora y antisocial del autor. Aquí os dejo fragmentos que he encontrado más interesentes sobre la historia de un hermafrodita:
Allí, en un bosquecillo rodeado de flores, duerme el hermafrodita, sumido en profundo sopor, sobre la hierba empapada en llanto. La luna ha desprendido su disco de la masa de nubes y acaricia, con sus pálidos rayos, ese dulce semblante de adolescente. Sus rasgos reflejan la más viril energía junto a la gracia de una virgen celestial.
(...) Cansado de la vida y avergonzado de caminar entre seres que no se le parecen, la desesperación a transido su alma y se va, solo, como el mendigo del valle.
(...) Si le preguntan por qué ha tomado la soledad por compañera, sus ojos se levantan al cielo y contienen, a duras penas, una lágrima de reproche contra la Providencia; pero no responde a la imprudente pregunta, que extiende por la nieve de sus párpados el rubor de la rosa matutina.
(...) Cuando ve a un hombre y a una mujer paseando por una avenida flanqueada de plátanos, siente que su cuerpo se divide en dos, de abajo a arriba, y cada nuevo fragmento va a abrazar a uno de los paseantes; pero es sólo una alucinación y la razón no tarda en recuperar su poder. Por ello, no mezcla su presencia entre los hombres ni entre las mujeres; pues su pudor excesivo, nacido de la idea de que sólo es un monstruo, le impide conceder su ardiente simpatía a nadie. Creería profanarse y creería profanar a los demás. Su orgullo se repite este axioma: “Que cada uno permanezca en su propia naturaleza”. Su orgullo, he dicho, porque teme que uniendo su vida a un hombre o a una mujer, le reprochen, tarde o temprano, como una falta enorme, la conformación de su organismo. Entonces, se atrinchera en su amor propio, ofendido por esa suposición impía que sólo a él se debe, y persevera en su soledad, entre tormentos y sin consuelo.
(...) Sueña que es feliz; que su naturaleza corporal ha cambiado o que, al menos, ha emprendido el vuelo en una nube púrpura, hacia otra esfera, habitada por seres de su misma naturaleza. ¡Ay!, ¡que su ilusión se prolongue hasta que despierte la aurora!. Sueña que las flores bailan en círculo a su alrededor, como inmensas guirnaldas enloquecidas, y le impregnan de su suave perfume mientras canta un himno de amor, entre los brazos de un ser humano de mágica belleza. Pero sus brazos estrechan sólo un vapor crepuscular; y cuando despierte, no lo estrecharán ya. No despiertes, hermafrodita; no despiertes todavía, te lo suplico. ¿Por qué no quieres creerme? Duerme... sigue durmiendo. Que tu pecho se ensanche, persiguiendo la quimérica esperanza de la felicidad; te lo concedo.
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