La forma actual en que pintamos una mano en la pared es tomando suficiente pintura, mojar la palma en esta y luego apretar la mano en la pared. De esta forma se hace una imagen de nuestras yemas y protuberancias de la palma en la pared. Este dibujo así obtenido es obviamente de un ser humano.
Pero a lo largo de los miles de años que los humanos llevamos en este mundo, es otra la forma en que se han pintado manos en las paredes. La receta no puede ser más diferente. Hay que tomar suficiente pintura, digamos en la boca
y luego escupir con fuerza la pintura sobre la mano posada en la pared. Lo que queda es una mancha de pigmento y en el centro, la silueta de una mano. Este dibujo así obtenido es obviamente de un ser humano.
Quizás en un millón de años otros seres vean estas manos y se pregunten por nosotros. El símbolo que obviamente es nuestro, ha sido hecho millones de veces y se deja ver en todo el mundo. Sin querer y sin proponernos el hacerlo, hemos obtenido un símbolo de nuestra especie tan universal como cualquier otro, pero con vocación para durar.
Pequeñas cosas que son universales a todas las culturas si bien más comunes en aquellas que vinieron primero. ¿Será que hay otros?