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Disculpen por no hacer nada, me acostumbré a poner mucho detalle en las cosas que escribo y por eso la tardanza, creo que tengo que aprender ser más simplista o a escribir más rápido
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-Una vez más el dinero causando problemas- Pensó Rozmery al ver como de la nada y sin previo aviso se había formado un disputa a causa de la moneda del lugar, moneda mejor conocida como “cigarrillos”. En mundos pasados ya había visto surgir peleas e incluso conflictos a gran escala por culpa de la ambición por el bien más preciado de muchos, el efectivo, aunque… en ninguna de las otras realidades había visto que el dinero se pusiera entre los labios y se consumiera con fuego y aspiraciones, más dudas se habían formado en la mente de Rozmery.
Mas no era el momento de hacer aclaraciones, un tipo furioso y de gran tamaño parecía querer hacer daño al tipo de piel azul que ella acaba de conocer. La actitud del chico de los naipes que ahora consumía cigarrillos preocupó a Rozmery, demasiada indiferencia ante las serias amenazas del hombre calvo, demasiada confianza en sí mismo, si no hacía algo para calmar los ánimos las cosas terminarían muy mal para cualquiera de los dos… o para ambos. Por suerte, ella se encontraba en una posición privilegiada, justo detrás de aquella desconocida y agresiva persona, sería demasiado fácil, un sorpresivo y súbito ataque a las espaldas del hombre calvo y este ya no se levantaría en un buen rato.
Sabía cómo tenía que actuar pues lo había hecho millones de veces, tantas que ya hasta estaba escrito con tinta indeleble es su subconsciente, preparó los músculos de sus extremidades para la ofensiva y un segundo antes de lanzarse a la explosiva carga sucedió algo que frenó por completo su ímpetu…
Era difícil describirlo con palabras, solo viéndolo podía entenderse; Una sombra se abalanzó sobre el cuerpo de aquel hombre y después tomó una forma humanoide, pasado un segundo, lo que antes era una amenaza apremiante ahora tan solo era un cuerpo dormido e inconsciente. Rozmery levantó su vista sin saber cómo reaccionar ante lo que acababa de observar, enfocó su mirada a la persona causante de aquella extraña ofensiva, le intrigaba demasiado saber quién estaba detrás de esto. La mujer que ahora le daba la espalda no era una completa desconocida pero tampoco era una compañera, al menos conocía su nombre y era la misma con la que se había topado horas atrás ese mismo día, y de la que se había separado a causa de la hipnosis de las malditas estrellas.
Exánima dirigió varias palabras al chico de piel azulada, pero Rozmery no le prestó atención a ninguna pues varias sensaciones comenzaron a recorrerla y a apartarla del presente, un pequeño rincón de su memoria reconoció como familiar aquel extraño ataque proveniente de las sombras, como si ella lo hubiese visto en algún viejo y olvidado sueño, después, una emoción creciente derivada de su orgullo la hizo olvidar todo lo demás; ¿Cómo pudieron adelantarse a sus intenciones? ¿Cómo pudo alguien atreverse a ser más rápido que ella? ¡Nadie era más veloz que ella!... Sabía que su sentir era infantil, que al fin y al cabo lo importante era que todo se había resuelto de la mejor manera y sin derrame de sangre alguno, pero eso no importaba, habían dañado y ofendido sus capacidades, su profesionalidad y sobre todo, su narcisismo. Era un hecho, Exánima, con su arrogante acción se había ganado la rivalidad de Rozmery y algún día habrán de enfrentarse, no por odio ni por ninguna amarga motivación similar, ella solo deseaba demostrar que era más rápida y mejor que cualquiera.
Conteniendo sus ganas de llamar la atención de Exánima, Rozmery observó a su alrededor sin saber qué hacer, estaba confundida pues a lo largo del día había quedado como una tonta en dos ocasiones…y frente a la misma mujer. Al poco tiempo una pequeña niña con un arma más grande que su cuerpo se acercó al grandulón y le lleno la cara de comida, sus ojos albergaban una vida y una esencia diferente a los de los seres orgánicos, ella era una sintética. Por último, una mujer más se aproximó a la escena, ella era realmente bella y sin duda atraería las miradas sin importar a donde fuera. Compartió unas cuantas palabras y sonrisas con la pequeña, y después se dirigió al chico azul. Todas parecían formar un grupo de tres compañeras…o incluso de tres amigas.
Rozmery observaba desde la distancia, se sentía un poco fuera de lugar y la situación se había escapado de sus manos. Ella solo deseaba acercarse al hombre al que le había regalado cigarrillos, hacerle unas cuantas preguntas y quizá presumirle un poco su telequinesis, pero no contaba con que un tipo calvo iba complicar las cosas, después, la “señorita sombras” Exánima le robó la iniciativa, y para terminar, dos de sus amigas llegaron a eclipsar aun más su presencia.
-Creo que me marcho- Pensó ella, y furtivamente se encaminó hacia los callejones que se formaban entre los edificios.
-¿Chica que me ha regalado el tabaco? Mejor que vengas con nosotros… esto se va a poner feo y te han visto charlando conmigo-.
Rozmery vuelve a sentirse un poco torpe, las tres chicas voltean para ver a quien estaba llamando Zippo. Ella observa a Raak y a Lily sin saber muy bien que gesto adoptar, cuando su vista se topa con Exánima su mirada adquiere un atisbo de agresividad casi imperceptible.
-…De acuerdo- Dice Rozmery titubeando.
Antes de irse, Zippo se arrodilla a un lado del inconsciente dueño del local, mete sus manos en los bolsillos y toma de ahí un objeto extraño.
-Tomen camino, en un segundo los alcanzo- Externa Rozmery tímidamente y todos parecen estar de acuerdo con su propuesta ya que no dicen nada y empiezan a caminar.
Ella decide levantar la máquina derribada y colocarla en su lugar tan solo para enmendar un poco todo el desastre que acababan de ocasionar, cuando la recarga en una de las paredes cercanas un sonido extraño se produce en su interior, Rozmery aguarda extrañada y segundos después una caja de cigarrillos se desliza por la pequeña bandeja de salida.
Observa y sonríe, al parecer las cosas no están saliendo tan mal como ella creía, ya no tiene que seguir vagando sin rumbo como en los dos días anteriores y ahora por lo menos tiene un poco de dinero. Atrae la caja de cigarrillos hacia sus manos usando sus capacidades telequineticas, le dirige una mirada compasiva al hombre inconsciente abrazado a una escopeta y se apresura para alcanzar a sus nuevos y variopintos compañeros.
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