Una servidora es femenina. Sin marcar carnes, ni alardes taconeros, ni maquillaje. Uso poca pintura, sólo cuando lo requiere el guión, y soy extremadamente moderada con los perfumes, no me gusta noquear a mi interlocutor con mi aroma, prefiero usar la conversación y mi magnética personalidad
En cuanto a mi estilo, es bastante particular. Me confecciono mi propia ropa y puedo llevar lo que me gusta aunque no lo encuentre en la tienda. Yo soy delgada, tengo poco pecho, y no encontraba nada que me gustara por ahí, y no quería vestir de quinceañera ni de señorona. Me gusta la ropa con un toque antiguo, aunque a veces llevo ropa de aire sport, depende de lo que vaya a hacer. Si trabajo, vestidos; me gusta el no tener que pensar en combinatorias a las siete de la mañana. Si no trabajo, pantalones con camisetas.
Mi físico nunca me importó demasiado, pero tengo que reconocer que sí que me afectó en la adolescencia la mirada de los demás. Empecé a llevar ropa oscura, bastante holgada, porque me jorobaba que me miraran; es lo que tiene ser la única que no tiene las hormonas efervescentes
Hace unos años la maternidad me dotó de las curvas que nunca tuve... temporalmente. Como llevaba fatal que me miraran la pechuga, agradecí recuperar mi antigua talla de sujetador. Uf, qué alivio.
Según me han dicho, resulto atractiva, aunque no es mi objetivo principal en esta vida. Me cuido por tener calidad de vida, mayormente. Salir a pasear niñas y perra es un ejercicio excelente y es el que prefiero, no soy carne de gimnasio ni de deporte de equipo, no lo llevé bien en el instituto.
Respecto a mi comportamiento, creo que doy el pego y paso desapercibida. Parezco una alosexual de infantería, sólo que resulto extremadamente borde si alguien intenta ligar conmigo. Paso por seriota y competente, aunque me tomo todo con mucha retranca, el humor negro es lo que me ha permitido sobrevivir airosamente
Tengo compañeros que han alucinado cuando me han oído bromear, debe ser la falta de costumbre