Lo cierto es que el título ha quedado muy evocador.
¿Te das cuenta, silouh, de que en tu mensaje estás reuniendo algunos de los dilemas filosóficos más importantes de los últimos dos siglos, por no decir de todos los tiempos? En efecto, tú aquí incluyes una célebre dicotomía: la cosmovisión religiosa (que, en mi opinión, poco tiene que ver con la espiritualidad) versus la cosmovisión científica. Y cualquier sujeto medianamente inteligente puede observar cuál de las dos va, por así decir, ganando. En la sociedad actual, la ciencia es el dogma; cualquier otra proposición está contraindicada y es furtivamente censurada por el pensamiento positivista (es decir, cientificista) imperante, que ejerce de agujero negro, del alfa y el omega. Es fácil ver, pues, que algo no marcha bien, que hay un error de base en nuestra ideología y que, sea cual sea su naturaleza, está haciendo mucho daño. Por eso me convertí en anarquista epistemológico, que no es más que una doctrina filosófica que afirma que la fuente del conocimiento no radica en la ciencia (pues esta carece de método), sino que se debería prestar atención a otras disciplinas; o al menos, estas deberían ser igual de lícitas a la hora de estudiar un fenómeno. No sé si me explico.
Al hilo: tú arguyes que cuando se sufre porque el mundo está vacío, sólo llenándolo se puede dejar de sufrir. Suena coherente, pero, ¿qué ocurre si aquello con lo que lo llenas es mero engaño, mera ilusión? ¿Qué pasa si, en pos de una lucidez mayor, uno acaba encarcelándose en sus propias mentiras? ¿Existe acaso un sentido, un significado empírico que podamos atribuir a la realidad? Prefiero mil veces vivir de una forma sincera y honesta conmigo mismo, siempre en busca del conocimiento y de la Verdad, que dejarme arrastrar por el mundo sensible y sus grandes estafas. Y para mí la religión (con su concepto de fe y su mitología enfermiza) constituye una de tantas estafas.