AVENes

(Respuesta a esa definición dada en el post "autos" del foro "Todo lo demás", en el que no creo que sea adecuado u oportuno incluir.)

El inmenso, anónimo y desapasionado valle de la apatía.

Y los valles lo son porque están entre montañas. Éste está entre la montaña de la preocupación personal y la montaña de la enajenación ideológica.
Me vi abrumado por su terrible extensión y vacuidad no hace mucho (antes de que se haya puesto de manifiesto, aquí, en AVENes). Le participaba a una amiga, xxx, mi intención de demandarle (por creerlo realmente así de mal, pero también, aunque no me lo quería admitir entonces, por despecho) a una ex-pareja, yyy, la procedencia de su actual pareja. Cabía, - supongo que cabe, pero en el valle he perdido interés en esa batalla -, la posibilidad de que su futuro suegro, - de yyy -, hubiera participado en primera persona y activamente en la terrorífica represión que hubo en la última dictadura de su país, no hace tanto. xxx me dijo que no importaba. Que el amor, más visceralmente, el deseo, está por encima de los peores horrores. (Algo que tan magistralmente también nos ha hecho ver Ang Lee en su última película, "Deseo, peligro" - "Lust, caution" -.) Yo no le contesté en ese momento a xxx, aunque me sentía profundamente investido de razón en mi demanda. La cuestión clave de por qué no lo hice, me asaltó inmediatamente. ¿A ti, Quique, te importaría que la persona de la que estuvieras fatal y totalmente enamorado (como hecho consumado, no antes de considerar si vas a permitir que suceda), hubiera cometido el mayor crimen de la humanidad? Fue cuando contemplé el abismo del precipicio que a veces se produce en el valle si las estribaciones de su dos vertientes ocasionalmente se acercan. Ocurría así de nuevo en otra película, ésta de 1989, de Costa Gavras, "La caja de música".

Que no crea en dios, en el cristiano que es el que más cercano me queda, ni mucho menos en la Iglesia como institución, para nada quiere decir que no lo haga en muchas de sus doctrinas. Por ejemplo y de manera representativa y significativa en "ama a tu prójimo como a ti mismo". Y tan prójimo es mi pareja, mi padre o mi hermano como lo eran los hindús que fueron gaseados en Bopal, o como lo es el desconocido hindú o chino que tiene la oportunidad de trasladarse y conducir un pequeño auto por más antiecológico que sea. El conflicto se plantea en los confines del valle, donde se pierde la vista. Aparte de que para mi consciente, inconsciente, visceral, primero y último interés, esto es, mi vida, yo, el que se ponga freno al efecto invernadero de la atmósfera va siendo perentorio, si pienso en mi prójimo más próximo, - no ya un hijo que no tengo y que nos sustrae, a decir de los que son padres, la conciencia personal hasta un límite que nos supera, sino en, por ejemplo y en orden decreciente, mi pareja, mi padre, mis hermanos, mis amigos, mis convecinos, mis paisanos, mis compatriotas, etc... -, mi interés queda aún muy lejano, con todas las praderas de la ecología de por medio, de esa otra pretensión de mi razón que me habla del derecho al progreso y a la modernidad que tienen los chinos o los hindús, o cualesquiera pueblos subdesarrollados, cuando, además, ha sido mi progreso el que ha causado el impedimento, el objeto del argumento en contra de que puedan ejercerlo. Lo mismo ocurre en otros cien mil aspectos de nuestra realidad.
Casi siempre son tan largos y revueltos los caminos que cruzan el valle que no podemos detenernos, por pura y simple falta de tiempo material, a analizarlos todos y no nos queda más remedio que someternos al "sentido común" expresado en tantas y tantas doctrinas más o menos racionales y que, en sus últimas instancias, siempre tienden, a pesar de que a primera vista no lo parezca, a confluir en los mismos puntos. La calidad de esas doctrinas estriba en su capacidad para conectarnos ambas montañas de nuestra mente y disminuir la ignorancia del desierto, inmenso y desolador valle que se cuela en nuestras vidas y en nuestro entendimiento mutuo.
Creo que es ahí donde se encuentran, - yo también, a veces -, perdidos, - unos, "idetificadopordegracia", más que otros, "neoclasic" -, bajo doctrinas, - no de "izquierdas" o de "derechas" - conservadoras (conservadoras en el sentido de que arriesgan menos a lanzarse a un espacio tan vasto y sólo se adentran en el valle' con extrema y hartante, desquiciante lentitud). Por el otro lado los hay tan perdidos o más, bajo ideas puede que razonables pero muy radicales que les impulsan ciegamente a tomar un kalasnikov o una bomba de goma-2, doctrinas tan incapaces como aquéllas para comunicar las dos vertientes, la personal y la ideal, de su conciencia, de su mente.

Me acabo de enterar de que se ha expulsado, - por lo menos así me lo han comunicado (tal vez lo ocurrido haya sido que él, voluntariamente, se haya dado de baja) -, a "identificadopordesgracia".
Estar "perdido" y las actitudes extremas que provoca es lamentable, pero en absoluto condenable. En democracia existe el derecho de expresar, aún en los términos que sea, que no se admite la democracia. Puede que sea el siguiente, - la misma duda, puede que me echen o me de yo de baja -, pero nadie tiene derecho a expulsar a nadie de ningún lado por decir lo que sea. Ya dije que me parece muchísimo más grave no decir nada.