Los cambios son lentos, Faisán. Yo tuve una época de esplendor, nací así, eso ya lo acepté. Pero mi abuelo Miguel fue mi mejor lazarillo, me dio una época de esplendor en la que me pude adaptar muy bien al medio. El problema radicó después del tratamiento, el tipo que lo llevó logró desequilibrar mi vida y todo el terreno que gané con mi abuelo. Al dejar de salir a la calle, dejé de socializar, y comencé a crear "ritos" insanos. Me la pasaba todo el día en mi cuarto, mi zona de confort, ahí leía o dormía. Cree malos hábitos motivada por la ansiedad, hasta que caes que lo que vos crees que es vida en realidad es una porquería comparada con la vida que otros viven.
Fui a una fiesta el fin de semana, solo conocía a cinco o seis personas. Cuando sentí que la ansiedad me ganaba y esta gente no se quería ir a la hora que yo si quería les robé las llaves y me fui. Luego les mandé el mensaje "me fui a casa", caminé treinta cuadras y cuando llegué a mi casa me dejé llevar por la frustración; llorar es una buena forma de canalizar.
También comencé a ir a la biblioteca, a la plaza y planeo volver a ir al cine y pasear por Capital como lo hacia antes. Pero no quiero todo en este momento, necesito tiempo y lo haré poco a poco. Tengo que dejar de ir a fiestas obligadas y más cuando la intención es que conozca a algún muchacho que me saque "lo frígida". Eso ya lo aclaré con mis viejos y con mi tía. No necesito un novio y menos de su gusto; creo que tienen que reconocer que ya no soy adolescente. Yo apoyo las palabras de Faisán, se debe salir de esto y no se debe festejar.
|
