Te sorprendería ver lo perturbado que estoy en muchos sentidos. Pero bueno, que por otro lado yo no haría daño a una mosca, eh.
Me uno al club de los que les aterra envejecer. Asistir a la lenta decadencia de los órganos, del cuerpo, que es a fin de cuentas mi única certeza en esta vida. Un terror también ontológico, pues desde que se instauró el culto a la juventud ya no hay cabida para la gente mayor en nuestra cultura. Ya no juegan ningún rol, ningún papel, simplemente esperan, proyectan una mirada eterna al encuentro definitivo con la muerte. Una verdad desagradable. Un estado sumamente incómodo. De ahí que la mayor parte de mi compasión se oriente hacia la tercera edad. Tiene mucho mérito llegar a mayor, que nadie diga lo contrario. Hay un poema de Jaime Gil de Biedma que ilustra el desengaño y la crisis existencial que experimentan muchas personas (cada vez más, me figuro, pues ojo a las nuevas generaciones):
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Ni se te ocurra poner lo que le has puesto a antennaria 
Mejor evitar según que ideas ¿no crees? 
Yo, por si acaso... 
<3"
