Bueno, acepto la filosofía de "El Secreto", que viene a ser más o menos así, creo:
El Universo está loquito por hacerme feliz y no sabe cómo. Pero es un poco tonto y no se maneja muy bien con abstracciones y generalidades. Quiere darme todo lo que le pida, sin tasa ni ley. Pero tengo que describírselo hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo, si quiero UNA CASA JUNTO AL MAR tengo que decirle exactamente en qué parte de qué playa de todas las de la Tierra (Aunque imagino que si se la pido en Marte también me la dará) Tengo que decirle cuántos metros cuadrados ha de tener, los pisos, los planos, la disposición de las ventanas...
¿Ah! Y visualizarlo con total precisión en mi cabeza las 24 horas del día, siempre pensando en ello aunque sea entre bastidores, entre otros pensamientos.
Además, he de desearlo con una intensidad absoluta, con todo mi corazón en cada uno de los detalles. Porque al parecer el universo sólo percibe la intensidad de los sentimientos, no su dirección. O sea, que si algo me da mucho miedo, piensa que eso es lo que quiero tener porque el sentimiento es muy intenso, y me lo da. O sea, ten uidado con lo que deseas, puede que te lo concedan ¡Y también con lo que temes! porque te lo concederán.
Por eso el Universo y yo tenemos un problema: yo sé exactamente lo que quiero, pero los detalles no me interesan, me dan igual, lo que importa es que la idea principal se mantenga.
Siguiendo con el ejemplo de la casa en la playa. Yo tengo claro que quiero una casa grande, alegre, limpia, cómoda y bonita, bien comunicada, con excelentes vistas, en un vecindario seguro. La verdad, el que tenga 150 ó 200 metros me trae sin cuidado, ¡total, es para mí sola!
Me cansa pensar en detallitos que no me importan lo más mínimo. Y así no hay manera, la dichosa casa no llega nunca. A veces pienso que se hace el tonto a posta para ahorrarse el regalito...