Él se quejaba precisamente de que le trataba como a un "amigo"

Con 17 años tuve mi primera pareja, alosexual, en aquel entonces yo no conocía todos estos términos, ni que existiera la asexualidad, sencillamente estaba esperando a que llegara la persona y el momento en el que mi cuerpo me pidiera tener sexo con ella. Llegó la persona, teníamos una conexión muy importante para mí. En cuanto a confianza era como la de un mejor amigo, el mejor que he tenido hasta la fecha de hecho, pero añadiendo un factor romántico que yo nunca había tenido con nadie y me hacía sentir bien, incluso sentía una atracción estética.

Sin embargo en un año de relación no surgió deseo sexual hacia esa persona, igual que no me había surgido por ninguna otra persona ni me ha surgido a día de hoy con 19 años. Él se quejaba precisamente de que le trataba como a un "amigo", aunque yo sabía perfectamente a qué se refería, yo nunca buscaba sexo, siempre empezaba él y a veces se sentía mal por ello. Creía que no me sentía atraída por él y que casi me obligaba a hacerlo.

Es cierto que si por mí fuera en esos ratos hubiese estado viendo una peli o cualquier otra cosa y no me resultaba especialmente placentero, sinceramente me lo monto mejor yo solita. Pero no es que sintiera repulsión a ello, aunque con el tiempo quise evitarlo, eso es cierto, supongo que me harté de hacer algo que realmente no quería hacer y me estaba reafirmando a mi misma como soy.

Se cuestionó que fuese lesbiana y en algún momento incluso que fuese asexual. Fue entonces cuando empecé a investigar sobre el término y me sentí identificada, aunque seguí pensando que quizás mi falta de atracción sexual fuese por otra cosa, que no debía etiquetarme a la ligera. Fuera cual fuese el caso tenía que descubrir quién era yo y decidí que lo mejor era dejar a aquella pareja, pues él sufría con mis dudas y pretendía tener muchas más desde entonces. Yo podría descubrirme a mí misma sin dañar a nadie y él podría buscar a alguien que cubriera sus necesidades, pues era monógamo. En otro caso le hubiese propuesto que se viera con más gente, pero viendo sus enfados frente a mi falta de celos no vi que fuese una buena idea. Seguramente podría haber llevado la situación de una forma menos tajante, pero vi necesario el cambio y por mucho que le pueda echar de menos no me arrepiento.