Anécdota dura en Polonia
Siguiendo con los recuerdos de mis años nómadas, esta vez una anécdota dura, que me marcó mucho. Uff!
Lástima que no recuerdo en qué frontera sucedió exactamente, pero sí que puedo afirmar que los policías eran polacos, y que sucedió en el 95 (iba aún en el coche "Ford Fiesta"). El caso es que como de costumbre había una larguísima cola en la frontera, y en este caso la calzada hacía bajada. Tenía el motor apagado, y soltaba el freno de mano cuando la cola, muy lentamente y de vehículo en vehículo, avanzaba. Todavía quedaba mucho para la aduana, no sé calcular los metros pero quizá había unos 30 coches entre el edificio y mi "Forfie". Durante la espera giré la cabeza a la derecha y vi a tres policías subiendo la calle y a un señor que tiraba un carrito bajando. Es curioso que recuerdo que el señor, a pesar de estar bajando, estiraba de su carrito en lugar de empujarlo. Y la pendiente era pronunciada. Quizá me confundo... En fin... Este señor no iba mal vestido ni parecía ningún vagabundo ni daba miedo para nada, ni tan solo generaba desconfianza. Simplemente caminaba tranquilo hacia la frontera.
Yo, como siempre, tenía las ventanillas cerradas del todo y los seguros de las puertas cerrados por dentro. La calle donde estábamos era de tres carriles y una ancha acera a ambos lados. La cola estaba en el carril de en medio, luego quedaba un carril vacío a cada lado y la acera por donde pasaba esta gente. Aunque tuviera las ventanillas subidas, podía escuchar las voces de los pocos transeúntes. Los tres policías se plantaron delante de dicho señor y le dijeron algo medio riendo, como si le gastasen una broma. El hombre no sé si respondió, pero hizo un pequeño gesto de dar media vuelta. Los policías, sonrientes, siguieron hablándole, y si recibían respuesta era muy flojito y de pocas palabras. Yo no podía imaginarme lo que iba a suceder y seguía mirando (ellos no miraban a nadie de la cola de coches).
Y, de repente, sin previo aviso, uno de los agentes le dio un puñetazo en la cara al señor y le hizo caer.
Me quedé petrificado, no pude moverme.
El hombre se levantó rapidísimo y, cogiendo la cuerda de su carrito, intentó dar media vuelta y huir corriendo. Pero el mismo policía le volvió a pegar y le echó de nuevo al suelo. iY los tres policías empezaron a darle fuertes patadas!
Entonces reaccioné y pude moverme, pero lo único que hice fue girar la cabeza hacia la izquierda y dejar de mirar.
Estaba cagado de miedo, y lo único que deseaba era que no me hubiesen visto y que la cola avanzase un poquito (la escena había pasado paralelo a mí).
No miré, no miré y no miré. Estaba aterrorizado. La cola avanzó, y cuando creí que ya estaba suficientemente lejos me atreví a mirar por el retrovisor. Sólo vi el carrito suelto por la calle y, más que ver seguramente intuí, la pobre víctima huyendo hacia arriba. No lo sé seguro, pero creo recordar que los tres policías sí que estaban, cerca del carrito, hablando entre ellos.
Ahora que he escrito esto he recordado que sucedió seguro en la frontera entre Alemania y Polonia, puesto que no me hubiera atrevido a seguir en los "países del este" ni un día más. Una vez cruzada la frontera, recuerdo haberme sentido por fin seguro.
Eso me demostró que aunque en la teoría "debería haber hecho algo" (no sé el qué), en la práctica el instinto de supervivencia me paralizó y me obligó a "ignorar" esa situación traumática. Fue MUY duro, y durante semanas esas imágenes regresaron a la cabeza.
Las anécdotas de Eduard (1-Intro)
Las anécdotas de Eduard (2-Bosnia)
Las anécdotas de Eduard (3-Abejas)