Recuerdo que en mi infancia mi película Disney favorita fue “Dumbo” un poco después “El Jorobado de Notre Dame”, recuerdo enojarme con Esmeralda por no elegir al protagonista, pero mi coraje no iba a encaminado a que no fueran pareja, si no, era el resultado de no entender la falta de gratitud de ella, aunque con los años me hicieron entender que de algún modo Esmeralda fue gentil y grata.

Al pasar los años si bien descubrí que las personas me atraen a nivel físico (estético), pero jamás fui más allá de pensar “qué bonitx”, básicamente mi única construcción romántica era la película “Vaselina”, pero, más que admirar la relación de Sandy y Dany, estaba encantada con el personaje de Rizo, así que crecí más centrada en mí sin pensar que esas personas bonitas pudieran ser parte de mi vida.

En la primaria sufría bullying por mi color de piel, mi peso, nombre y estatus económico, sin embargo veía cómo las niñas que tenía novio las calificaban como bonitas, de ahí que yo quisiera tener novio, puesto que pensaba que las bonitas jamás eran molestadas, así que si lograba tener uno, era como forjarme un escudo. No fue sino hasta sexto de primaria cuando tendría unos once años que por primera vez me gustó alguien, lo vi jugando básquet, me pareció igual de bonito como me habían parecido hasta el momento actrices y actores, sólo quería saber cómo se llamaba, no buscaba andar con él ; la razón era sencilla, si bien no era el más guapo era popular, por lo tanto era lógico que jamás sentiría ningún tipo de atracción por mí así que ni me plantee que yo pudiera ser correspondida, sin buscar nada, aún así, me rechazó incluso cuando sólo me acerqué a decir “hola”.

Entré a la secundaria, me gustaba escribir poemas, maximizaba mi mínimo sentir, sin embargo, no era tal cual el sentir que salía de mí, sólo una fantasía de lo mucho que me gustaba imaginar que podía llegar a sentir. Pasé de ahí, y algunas compañeras fingiendo amistad para después reírse me hicieron creer que el compañero más popular tenía onda conmigo, obviamente me rechazó, su chiste estaba completo.

Pasaron los años, un compañero se volvió amigo, de ahí mejor amigo, sufría bullying por su físico y su olor, a este amigo de verdad lo apreciaba, tanto que al notar su baja autoestima, que era constantemente bateado por las chicas bonitas, intenté mostrarle que era digno de amor, digno de despertar suspiros y digno de que una chica se le declarara (por cierto, varias veces en la vida repetí este acto, al parecer no aprendí la lección, las personas no necesitan que les levanten el autoestima cuando fue su misma superficialidad y aspiración la que se las bajó), así que me le declaré, aunque no me rechazó, sí me utilizó y me humilló días más tarde.

Segundo de secundaria era un mar hormonal, mientras todos tenían sus primeras parejas, sus primeros besos, sus primeros fajes, su primera vez, para mí la película “A los trece” vista a esa misma edad fue un parte aguas para mi vida, no, las hormonas no se me activaron igual que a los demás, estaba obsesionada con ser la chica mala, drogas, alcohol, grafiti, aprender a patear como en Matrix. Dentro de ese constante desinterés aparecieron dos personas, la primera mujer que me atrajo en la vida real, casada, diez años mayor que yo, cristiana, no me podía permitir un interés romántico, a esa edad yo pensaba que era capaz de controlar mis emociones; pero la cosa cambió un poco con la segunda persona, era la primera vez que sí quería ser correspondida, yo quería gustarle tanto como él me gustaba a mí, era un músico, pintor, alto, tatuado, con perforaciones, de barba, lentes de pasta… me deslumbró y para la incredulidad de la insegura adolescente que fui, yo también le atraje, a ese pintor con tintes pedófilos, trece años mayor que yo, gracias a esto supe que los que buscaban adolescentes sólo buscaban sexo, lo cual a los trece años para mí sonaba a pésima idea. (Disclaimer: Sí, era un gusto pedófilo que yo vi con ilusión, recordando que en ese momento era una persona muy insegura, era sencillo verlo con otros ojos, esa persona siguió persiguiendo adolescentes del mismo estilo hasta que se casó).

También tuve la posibilidad de ser algo así como una groupie, una musa de mi amor platónico de la infancia, pero ahí la tengo clara, el amor platónico, irrealizable, inalcanzable, imposible, es un sueño intermitente que nos va muy bien a los grises, es algo que comenzó hace catorce años y sigue contando.

Seguía el mismo curso la vida, sin variaciones, aún no tenía necesidad alguna de tener pareja, pero las cosas comenzaron a girar para generarme la necesidad, fue durante el verano que divide la educación secundaria de la preparatoria, en una fiesta conocí a un chico, otro rechazo más, pero, lo importante viene cuando su hermano se acerca a mí, y hace lo que ninguna otra amistad previa hubiera hecho, preocuparse por mí, con un simple “cómo estás” comienza la conexión emocional, me sentía enamorada, que amaba a la persona que era, aunque no lo conocía, hizo un caos en mi vida, se mostraba como alguien débil, necesitado, pero ¿Hasta qué punto era atracción romántica? ¿Hasta qué punto era manipulación emocional? En dado momento le confesé mi sentir, me le declaré, no sé si me guiaba el “amor” o si me guiaban las ganas de cuidarlo, hasta esta fecha o no sé, han pasado casi quince años de esto y aún no lo tengo claro, sin embargo le agradezco a esta persona su infidelidad, egoísmo y narcisismo, porque me dio las herramientas para llegar al concepto del amor libre y negar el concepto del amor romántico.

No fue hasta tres o cuatro años después que un free me hizo entender que ya no era más la niña bulleada, sin embargo tampoco había un real interés romántico, más allá de llenar el vacío que un ego herido me había dejado.

Vinieron y fueron, me volví a “enamorar” gracias a un falso amigo de esa época, a los casi veintiuno caí en una trampa similar a la de secundaria, un mejor amigo que te usa, tampoco creo que haya sido atracción romántica, era mera manipulación…lo único que puedo decir al respecto fue la vez que más me dolió, me hizo sentir de nuevo todas y cada una de las heridas de esa niña bulleada.

Después de ello comencé a pensar que el amor no era lo mío, que lago habría mal en mí interior, que era yo la culpable, incapaz de provocar amor o ternura en los demás, iban, venían ilusiones, ligues , nada serio, nada de verdad, gente que me parecía interesante, gente que me intrigaba, etc, pero nada ni nadie significativo. Entre mi culpabilidad y mi falta de autoestima decidí no mirar a nadie que no me hubiera mirado antes, es decir, sería yo quien elegiría desde ser el centro, no desde la órbita.

Y en ello apareció la persona con la que el sexo no fue solo un distractor y pasó a ser una manera de expresar lo que creí sentir, era un chico universitario, historiador, escritor, luchador, fotógrafo… en fin, todo lo que yo amaba, aunque le decía que lo amaba, muy en el fondo tenía la duda ¿Lo amo o lo admiro? ¿Es todo lo que quiero o es todo lo que yo quisiera ser? ¿Es amor o es envidia? Me despertaba más dudas que sentimientos, y a cada duda seguía una pregunta, era una cadena que no tenía respuestas, sólo generaba otras dudas. Quería hacerlo feliz, quería que ya no sufriera, pero ¿quería consolarlo? O era sólo que me veía reflejada en él y deseaba darle todo lo que a mí me hubiera gustado que me dieran. No pude comprar ni con dinero, ni con tiempo, ni con muestras de cariño ni sexo su correspondencia, pero, no me rompió el corazón, no, de nuevo me dañó el ego, me dolió el orgullo me dolió verme perder, me dolió saber que mis esfuerzos eran en vano, que no había ganado el premio del juego que al que aposté todas mis monedas.

Y hace un par de años con las heridas expuestas comencé a creer en las palabras vacías de un ser que me metería en una relación violenta, sí “un clavo saca otro clavo” pero no pensé que si un clavo me hiere el otro me haría sangrar aún peor, codependiente, toxica, necesitada, dañada, herida, ansiosa, celosa, con miedo, pero el maltrato es un tema aparte.

Con este largo texto quise dar mi testimonio como grisromántica, en el sentido “amoroso” porque sé que los grises no tenemos mucha exposición y ser grisrománticx es una constante duda, la atracción romántica y nuestro sentir no es fácil de aclarar a otros ni a nosotros mismos.

No sé, no he tenido “éxito” amoroso para ser un ejemplo más claro de cómo es tener una relación con alguien gris, pero con estas palabras puedo dar testimonio de cómo siente un gris. Este texto va destinado para que tú, pareja de un gris, le puedas entender un poco, tal vez no siente atracción romántica en la misma intensidad que tú, pero, no dudes que estamos ahí para ti por alguna razón, por algún sentimiento, aunque no lo sepamos nombrar, aunque no lo sepamos entender y no te lo podamos comunicar, ahí está, confuso, loco, ahí está, algo para ti. Somos como una margarita deshojándose “te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero, te quiero…” pero ahí está el quiero, aunque no tengamos claro si es un sí o es un no, pero igual queremos.